¿Por qué es importante diferenciar entre uno y el otro?
Es común escuchar a un vendedor hablar de su casa con una
mezcla de nostalgia y orgullo, resaltando cada rincón, cada mejora, cada
recuerdo que ha atesorado a lo largo de los años. Para ellos, esa propiedad es
mucho más que ladrillos y cemento; es un testimonio de su vida, de sus
esfuerzos y sacrificios, es decir, su hogar dulce hogar. Sin embargo, cuando llega el momento de
vender, surge un dilema inevitable: el valor sentimental de la propiedad no
siempre coincide con el valor de mercado. Lo cual conlleva a cometer varios errores (ya verán por qué).
Uno de los errores más comunes que cometen los vendedores es confundir el valor personal con el valor de mercado. Y cuando hablamos del valor personal, nos referimos a lo que la propiedad significa para el propietario en términos de experiencias y recuerdos. Es decir, es el valor emocional que asignan a su hogar basado en su historia, sus vivencias y sus apegos. Pero, ¿qué sucede cuando ese valor emocional interfiere con la valoración objetiva de la propiedad? No te preocupes, ¡te vamos a contestar la pregunta!...
El precio adecuado de una propiedad está determinado por el
mercado, y está basado en factores tangibles como la ubicación, el tamaño, las
condiciones físicas y las comparaciones recientes de ventas de propiedades
similares en el área. Es esencial recordar que los compradores potenciales no
están interesados en los recuerdos asociados con la casa ni en los esfuerzos
llevados a cabo; están enfocados en lo que la propiedad les puede ofrecer en
términos de inversión, comodidad y conveniencia.
Imaginemos que alguien decide vender su casa en San Juan. La propiedad ha sido el hogar de su familia por más de dos décadas, ha visto a sus hijos crecer y se ha invertido tiempo y dinero en mejoras. Sin embargo, a pesar de estas mejoras, el mercado local muestra que propiedades similares en el vecindario se han vendido a un precio significativamente más bajo de lo que el propietario estima que vale su hogar. Aquí es donde radica el problema: si un vendedor insiste en un precio basado en su valor emocional, puede enfrentar dificultades para vender la propiedad, lo que puede resultar en una casa que permanezca en el mercado por mucho tiempo o que, eventualmente, se venda a un precio menor del esperado.
“Si un vendedor insiste en un
precio basado en su valor emocional, puede enfrentar dificultades para vender
la propiedad, lo que puede resultar en una casa que permanezca en el mercado
por mucho tiempo o que, eventualmente, se venda a un precio menor del
esperado.”
“Si un vendedor insiste en un precio basado en su valor emocional, puede enfrentar dificultades para vender la propiedad, lo que puede resultar en una casa que permanezca en el mercado por mucho tiempo o que, eventualmente, se venda a un precio menor del esperado.”
¿Cómo
se puede evitar esta discrepancia?
Primero, es fundamental realizar una evaluación objetiva de
la propiedad. Esto puede incluir la contratación de un tasador profesional que
ofrezca una estimación basada en los datos del mercado y no en las emociones
del propietario. Además, es útil investigar el mercado inmobiliario local,
analizar las ventas recientes y entender las tendencias que pueden influir en
el precio de la vivienda.
Otra estrategia útil es ponerse en el lugar del comprador y hacerse preguntas como; ¿qué valoraría un comprador de mi propiedad? ¿está la casa en una localización accesible? ¿se encuentra en buenas condiciones? ¿si yo fuera el comprador, en realidad la compraría? Estas preguntas (si es que se pueden contestar con honestidad) ayudan a centrar la perspectiva y a fijar un precio que refleje el verdadero valor de la propiedad en el mercado actual.
Por último, es vital ser flexible y estar dispuesto a
ajustar el precio si la propiedad no recibe el interés esperado. Un precio
inicial demasiado alto puede disuadir a los compradores, y a medida que la
propiedad permanece más tiempo en el mercado, puede percibirse como menos
atractiva. A veces, una pequeña reducción en el precio puede hacer una gran
diferencia en la cantidad de ofertas recibidas y en la rapidez con la que se
cierra la venta.
“Es vital ser flexible y estar dispuesto a ajustar el precio si la propiedad no recibe el interés esperado.”
¿Qué es más importante para ti como vendedor: obtener el
mejor precio posible basado en el mercado o aferrarte a un valor emocional que
podría no ser realista?
Es importante recordar que, aunque el hogar puede tener un
valor sentimental incalculable, el mercado tiene sus propias reglas. ¡Y eso no se puede despintar! El objetivo al vender una propiedad debe ser
alcanzar un precio justo que refleje tanto las condiciones actuales del mercado
como las cualidades tangibles de la propiedad. Esto no solo beneficiará al vendedor al
asegurar una venta exitosa, sino que también atraerá a compradores dispuestos y
motivados.
Conclusión…
Vender una propiedad puede ser un proceso emocionalmente
desafiante, especialmente cuando se trata de separar el valor sentimental del
valor de mercado. Sin embargo, es importante mantener una perspectiva objetiva
para lograr una venta exitosa. Al evaluar una propiedad de manera adecuada y
basar el precio en las condiciones actuales del mercado, se estará en una mejor
posición para atraer compradores potenciales y concretar una venta favorable. Recordando que, aunque los recuerdos son
invaluables, no deben influir en la valoración económica de un bien inmueble. Pues si aumentas el precio solo porque es tu
propiedad, seguirás siendo el propietario toda tu vida.
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